Aquella una de la madrugada caminé arrastrando mis maletas atravesando calles calladas cuyo silencio fue interrumpido intermitentemente por el salto un un gato o la música que salió de una ventana por encima de la cabeza.
En un intento de recordar los nombre de aquellas calles, las busco por el Google Maps. Amplio el mapa y lo vuelvo a ampliar hasta que sin previo aviso sale una foto mostrando la puerta de la residencia. Y se me humedecen los ojos.
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